Ese fue el comentario travieso, irónico, a la vez decepcionado de Juan Gargurevich Regal, el prestigioso escritor y periodista peruano, conocido por sus alumnos universitarios de San Marcos y la Católica como el “Tío Juan”, o “El Profe”, como también lo llaman con justo respeto y admiración.
Ya sé que los titulares interrogantes no son recomendables. Pero en esta misma buhardilla de ermitaño había escrito el artículo ¿Resucitará la Federación de Periodistas del Perú?
Allí planteaba algunas reflexiones sobre la profunda crisis que afecta al gremio periodístico en el Perú, en todos los campos: profesional, laboral, social, político, ético.
Estoy seguro de que el sarcástico comentario de Gargurevich, está muy lejos de contener alguna intención peyorativa, o de reflejar indiferencia ante los abusos de poder y autoridad, las agresiones y postergaciones que diariamente confrontan miles de periodistas peruanos a lo largo y ancho de nuestro país.
Su trayectoria social, profesional y política habla sola. Por el contrario, sí creo que refleja ese sentimiento de frustración e impotencia que a todos nos embarga.
No fue la única reacción al citado artículo. Periodistas jóvenes manifestaron que al no existir representatividad auténtica en instituciones como la FPP y el Colegio de Periodistas hay desconfianza y distanciamiento generacional.
Martha Aliaga Herrera, periodista especializada en comunicaciones corporativas (institucionales y empresariales), en su blog Toda repetición es una ofensa, ofrece un botón de muestra y denuncia que, por Resolución Ministerial Nº 552-2009/MINSA, fue cesada la periodista Judiht Celia Solano Dueñas, como Directora de la Oficina de Comunicaciones del Hospital Nacional Cayetano Heredia y se designó en su reemplazo al médico cirujano Salustio Casaverde Motta.
“Doctor Casaverde -dice la colega –si usted es jefe de prensa, imagen o comunicaciones de su hospital, yo puedo ser nombrada jefa de cirugía”.
Pero no es un caso aislado. En el gobierno central, en las regiones, Congreso, Poder Judicial, en las empresas públicas hay un ejército de funcionarios recomendados, nombrados a dedo, que usurpan las funciones profesionales de los periodistas, ahora también llamados comunicadores sociales.
Los concursos de méritos o no existen o son meros simulacros.
Además, sino cuentas con las calificaciones profesionales necesarias, pero tienes un padrino poderoso, simplemente te nombran “asesor externo”. Para eso está el criollísimo recurso de “hecha le ley, hecha la trampa”.
Aquí vienen varias preguntas: ¿Para qué sirve el Colegio de Periodistas en el Perú? ¿Permitiría el Colegio Médico del Perú que nombren como director de un hospital a un abogado o a un ingeniero? ¿Cómo funcionan y para qué sirven los colegios de periodistas en otros países de América Latina?
Aunque ya estamos acostumbrados a que en el Perú pase cualquier cosa, hasta lo más inaudito. Por ejemplo, los gremios de médicos, enfermeras y trabajadoras de EsSalud, cuestionan la gestión del actual presidente del Directorio de esa entidad, Fernando Barrios Ipenza, quien es ingeniero electricista.
No existe un solo caso en que el Colegio de Periodistas del Perú se haya pronunciado por el incumplimiento de la Ley que dispone con carácter obligatorio que en las oficinas de prensa, imagen o relaciones públicas del Estado trabajen periodistas colegiados.
¿CUARTO PODER? El periodismo en el Perú es una de las profesiones más desprotegidas.
En realidad tenemos un colegio profesional sordo, ciego y mudo cuando se trata de cumplir con su misión de defender los derechos de los periodistas peruanos.
En cambio la actual directiva del CPP ha pisoteado la Constitución, la ley y sus propios estatutos al prorrogar su mandato ilegalmente amparándose en una asamblea de decanos departamentales. ¿Hasta cuándo?
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