lunes, 23 de abril de 2012

La generación fecunda

Literatos periodistas de comienzos del siglo XX

- Especial publicado el 23 de abril en la revista Variedades de El Peruano

Los grandes de la literatura peruana fueron también grandes periodistas. En los albores del siglo XX, los jóvenes César Vallejo, José Carlos Mariátegui, Abraham Valdelomar, Victor Raúl Haya de la Torre y Abelardo Gamarra, entrevistaron en distintos momentos al personaje de su tiempo: Manuel González Prada

 
Sin llegar a la exageración, o a una visión fuera de espacio y tiempo, podemos afirmar que la generación intelectual de las primeras décadas del siglo XX en el Perú, aquella que se forja en los difíciles años que siguieron al trauma nacional que dejó la guerra del Pacífico, construyó una auténtica etapa renacentista en los campos de la política, la literatura y, cómo no, el periodismo.

Podemos llamarla la Generación de la Ilustración, establecidas, claro está, las diacrónicas diferencias y distancias con el movimiento cultural e intelectual europeo que ha perennizado ese nombre en la historia.

Desde otra perspectiva, debemos tener en cuenta que aquella revolución intelectual y artística, que incluso alcanzó influencia en América y el mundo, se dio fundamentalmente en la Lima centralista y unas pocas ciudades de tierra adentro –reductos de la oligarquía- más no así en el país rural, donde el Estado dominaba pero estaba ausente e indiferente, configurando la desigual convivencia de un Perú oficial y un Perú real, como lo definiera décadas más tarde Jorge Basadre.


Maestro y paradigma
No es casualidad que el gran maestro y paradigma de esa generación fuera un contestatario anarquista como Manuel Gonzales Prada (1844-1918) crítico irreductible del Estado oligárquico imperante, preocupado por los pueblos indígenas marginados, quien utilizó como armas la poesía pre modernista, el ensayo cáustico y severo y el periodismo.

González Prada, cuya visión de futuro contrastaba diametralmente con la de nuestro tradicionista Ricardo Palma, apostó siempre por las nuevas generaciones, en ellas cifró sus esperanzas y hacia ellas orientó su tarea pedagógica. Son célebres sus interminables tertulias y entrevistas periodísticas con César Vallejo, José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, Abraham Valdelomar, José María Eguren, Abelardo Gamarra, El Tunante, Félix Valle, entre muchos otros, como también es famoso el acercamiento permanente que tuvo don Manuel con líderes obreros de esa época.

A todos ellos los instaba a estudiar, a cultivar sus propios estilos por más iconoclastas que estos parecieran y, sobre todo, a luchar por la auténtica libertad del hombre peruano y por el hallazgo definitivo de su identidad nacional.

Poetas, pensadores, líderes políticos algunos de vuelo universal, como es el caso de Vallejo, toda esa generación tuvo un terreno común donde geminaron sus estilos y sus propias personalidades: la prensa escrita.
Siempre existió en ellos esa complicidad creadora y rebelde entre la poseía, el ensayo, la narrativa y el periodismo. Luis Alberto Sánchez en su obra biográfica Don Manuel, refiere precisamente que cierto día el autor de Páginas Libres y Horas de Lucha, llegó a su casa con un sobre en la mano y le dijo a su esposa:

-Al fin me cotizan como escritor. Me piden colaboración y me la pagan, admírate ¡me la pagan!
Se refería a un artículo suyo publicado en La Prensa de Buenos Aires y luego reproducido en Lima por El Comercio. ¿Cuál era el titular y cuál el contenido de esa artículo? “La poesía”. Fiel a su línea allí planteaba que ese género literario no debe ser un mero entretenimiento, sino que debe aproximarse a lo social.

“El poeta que desea marchar a la cabeza de la civilización y no figurar como retardatario…, tendrá un corazón bastante generoso para latir por la humanidad, un cerebro suficientemente iluminado para guiarse por la filosofía científica de nuestro siglo”. Aún escribía en el último tramo del siglo XIX, pero es evidente que ya vislumbraba los avatares de la centuria que se venía.

Conversando con MGP
Todos los intelectuales que lo siguieron militaron, por así decirlo, en el periodismo, desde diferentes vertientes y hacia disímiles horizontes. Todos ellos también vieron en él no solamente al gran maestro, sino al conductor y guía y lo admiraron con fervor, como lo revelan los testimonios escritos que ellos mismos dejaron.

Guillermo Rouillón, el historiador y más importante biógrafo de José Carlos Mariátegui refiere que, por los años 20, el primer encuentro del Amauta con su admirado maestro tuvo como escenario la casa de MGP ubicada en la puerta falsa del Teatro Segura.

¿Cuál fue la primera señal de aquella relación entre dos colosos del pensamiento político peruano? El jovenzuelo Mariátegui le obsequió un poema que había escrito para él. Ya por ese entonces JCM vivía intensamente su “edad de piedra” en el diario La Prensa, donde escribía crónicas sociales y de hípica con el seudónimo de Juan Croniqueur.

Con ese mismo seudónimo publicó más tarde una larga entrevista a González Prada redactada en tono coloquial en la que abordaron la disyuntiva de los nuevos intelectuales y literatos peruanos como Abraham Valdelomar, otro gran poeta, narrador y periodista. Esa entrevista recoge emociones y elogios que le suscitaban los jóvenes intelectuales.

El amigo de Vallejo
Venido de las canteras del Grupo Norte de Trujillo, otra pléyade de políticos, literatos y periodistas como Antenor Orrego, Julio Garrido Malaver, Alcides Spelucín Vega, entre otros, César Abraham Vallejo Mendoza se ambientó en Lima al calor de su amistad con Valdelomar, Eguren y otros integrantes del grupo Colónida al cual se integró. Fue cuando conoció y cultivó entrañable relación intelectual con Gonzales Prada. 
Grupo Norte. César Vallejo formó parte de esta agrupación literaria que integró también Víctor Raúl Haya
de la Torre. En la foto aparecen: De izquierda a derecha: (sentados) José Eulogio Garrido, Juvenal Chávarry,
Domingo Parra del Riego, César Vallejo, Santiago Martín, Oscar Imaña. (De pie) Luis Ferrer, Federico Esquerre,
Antenor Orrego, Alcides Spelucín, Gonzalo Zumarán. (Trujillo 1916)
El vate de Poemas humanos le dedicó a MGP su poema Los dados eternos, adjuntando esta emocionada expresión: “Para Manuel Gonzales Prada, esta emoción bravía y selecta, una de las que, con más entusiasmo, me ha aplaudido el gran maestro”.

Un pasaje de una excelente entrevista que publicó Vallejo en La Reforma de Trujillo, en marzo de 1918, dice así: "Chispea en sus ojos videntes un diamante prócer. Y me acuerdo de aquella biblia de acero que se llama Pájinas libres. Y creo envolverme en el incienso de un moderno retablo sin efigies...".
- En literatura -prosigue- los defectos de técnica, las incongruencias en la manera, no tienen importancia.
- Y las incorrecciones gramaticales -le pregunto-…¿Y las audacias de expresión?
Sonríe de mi ingenuidad; y labrando un ademán de tolerancia patriarcal, me responde:
-Esas incorrecciones se pasan por alto. Y las audacias precisamente me gustan.
Aún no había nacido Trilce.

Con Abraham Valdelomar
Abraham Valdelomar narrador y poeta de alto numen, quien nació en Pisco en este mes de las letras, un 27 de abril de 1988, también bebió de las fuentes sabias de Gonzales Prada y fue, asimismo, un periodista impenitente. Recuérdese que el Conde de Lemos fue director del diario El Peruano desde octubre de 1912, hasta mayo de 1913.

La Biblioteca Nacional, también fue frecuente destino de los jóvenes contertulios de MGP, cuando éste era su director, así lo testimonia un documentado artículo publicado por Valdelomar en La Prensa en noviembre de 1916. Allí, el autor del Caballero Carmelo y Gonzales Prada comparten sus preocupaciones por las mutilaciones que sufrían los libros de nuestra primera biblioteca.

Haya, Abelardo Gamarra
Víctor Raúl Haya de la Torre, político en todas las circunstancias, pero también periodista, escribió en 1917 una larga entrevista que lleva por título: Mis recuerdos de Gonzáles Prada. Ese testimonio fue recién publicado por la revista Sagitario de La Plata Argentina en setiembre de 1925. Es una prolongada y emotiva semblanza del maestro de toda una generación, una especie de profesión de fe porque allí reconoce cuánto influenció en sus ideas el viejo y joven anarquista.

Otro asiduo contertulio de MGP, cuando éste ya vivía en Barranco, fue Abelardo Gamarra, El Tunante, cronista de varios periódicos de la época, “el escritor que con más pureza expresa a las provincias”, según Mariátegui, fue combatiente en la guerra con Chile y en la resistencia durante la ocupación.

Para esta generación, como ha ocurrido en distintos momentos luminosos de la historia, en el Perú y otras latitudes, el periodismo siembre ha sido la fragua de Vulcano en la que se forjaron los más brillantes pensamientos y las artes más sublimes.