lunes, 19 de mayo de 2014

‘Cigarrito’ triste


- La seño María del diario El Trome

El fotógrafo Gary nos habla sobre el recordado periodista César Terán en el diario de las Malcriadas

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sabroso riñoncito al vino, con su papita picadita, hongos de laurel y un arroz banco graneadito. María, vino a buscarme mi amigo el veterano periodista de Política, ‘Cigarrito’. El periodista es tan flaco que es igualito de frente que de perfil. Se viste como chiquillo, con zapatillas, jeans y casaca. Las chicas lo piropean por atrás, pero cuando voltea y muestra su rostro pálido, surcado por decenas de las arrugas de sus casi seis décadas, las muchachas lanzan un grito de terror. ‘Gary, estoy triste porque muchos hombres de prensa de mi generación se están yendo al cielo.

Fui muy amigo del gran periodista César Terán, el jefe de informaciones de ‘La República’. Él pertenecía a la generación de profesionales cultos, que no solo eran excelentes redactores, sino que también escribían poesía y hacían docencia con los redactores jóvenes. Fue un jefe exigente y a la vez maestro. Y como no podía ser de otra manera, era amante de la bohemia. Con César nos encontrábamos en ‘Las pancitas’, en el jirón Quilca, allí bajaban los editores de los periódicos que tenían sus oficinas en el centro.



En todas las mesas encontrabas a colegas, muchos de ellos ya no están con nosotros, como el genial fotógrafo Carlos ‘Chino’ Domínguez o Jorge ‘Coco’ Salazar, el brillante redactor de ‘Caretas’. César Terán será recordado no solo por su calidad de persona. No era siniestro ni abusaba de su poder, como otros jefes amargados y malvados. Eso lo recuerdan todos los que tuvieron la suerte de trabajar con él. Lo velaron en el Colegio de Periodistas y allí me encontré con varios colegas a quienes no veía en muchos años. Me hicieron fiesta y como no podía ser de otra manera, compraron unas botellas de pisco ‘Biondi’ para recordar al buen César, que cargaba sobre sus hombros una gran pena, porque perdió a su esposa muy joven, en 1979.

Uno de sus hijos también murió en 2001. Se refugió en el trabajo, donde llegaba en la tarde y se quedaba hasta los agotadores ‘cierres de edición’. Le gustaba reunirse con los amigos para conversar y hablar de libros, literatura y toros. Con los años padeció de diabetes y después se le detectó un cáncer al hígado. Contra su voluntad tuvo que guardar reposo en su casa de La Victoria, de donde nunca quiso salir porque era estimado y querido en su barrio. Varios periodistas llegaban a visitarlo. Su muerte conmocionó el ambiente periodístico. Era muy querido y uno no quería pensar, que tipos como él, se podían ir”. Pucha, qué pena la muerte de este periodista. Ojalá que el señor ‘Cigarrito’ cuide su salud y se ponga un seguro, porque creo que no tiene y vive solo. Eso le pasó por mujeriego y porque no guardó pan para mayo. Me voy triste. Cuídense.

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