sábado, 6 de diciembre de 2008

La desvergüenza de Rómulo

A los peruanos débiles de memoria y a los ciudadanos aún muy jóvenes les recordamos que el calificativo de sinvergüenza, o si lo prefieren sin vergüenza, le es muy familiar a Rómulo León Alegría, por lo menos desde la época no tan lejana en la que fue ministro de Pesquería del primer gobierno aprista.

Revisando nuestros archivos de fines de la década de los 80 encontramos documentos periodísticos que lo señalan como un político sin escrúpulos que siempre se llevó la parte del león, a manos llenas y en plato hondo, aprovechando el ejercicio del poder.


Una de sus escandalosas actuaciones data de la segunda semana de enero de 1989, cuando el agente de los “petroaudios” firmó en su condición de ministro de Estado unos contratos de pesca con la ex Unión Soviética, totalmente leoninos, lesivos a la dignidad nacional y violatorios a la Constitución peruana.

El viernes último León, el alegre facilitador de negociados petroleros, se rasgó las vestiduras en la prisión de San Jorge y se refugió en vergonzoso silencio aduciendo que el presidente de la comisión parlamentaria que lo investiga había ofendido su honor y su honra calificándolo públicamente “sinvergüenza”.

En los atroces días finales de la hiperinflación aprista la revista Sí, que por entonces dirigía César Hildebrandt, lo calificó así con un gran titular en su portada y publicó el contenido de los infamantes contratos anticonstitucionales.

Por supuesto que esta no fue la única fechoría, ni la más grave, que pesa en los antecedentes del ex ministro aprista.

Más adelante prometemos seguir refrescando la memoria tan piadosa que tenemos muchos peruanos, la que nos hace olvidar fácilmente tanta sinvergonzonada.

Por sí acaso este último término figura en el diccionario de la Real Academia como sinónimo de sinvergonzonería, es decir: desfachatez, falta de vergüenza.




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