Ha partido al Ápeiron José Saramago, un maestro del sueño, del ensueño y la escritura. Alfarero de la palabra y alimentador de ese horno calcinador y forjador de metales áureos y del barro moldeado a nuestra imagen y semejanza. Atizador de imágenes, de inagotables imaginaciones y también de lo ignoto. Alquimista de miserias y virtudes humanas. La ceguera del hombre no está en la muerte sempiterna, está en su propia vida, como costra fermentada por el egoísmo y la ingratitud.
Si hubieras conocido algo de runa simi, maestro, hubieras descubierto que tu nombre alude a dos voces fructificantes hechas de tierra y alma: Sara-maíz / Mago-poder del espíritu.
Foto: Pilar del Río
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