martes, 22 de diciembre de 2009

¿Ya degustó su pisco sour molecular? (I)

Cemento, metalurgia y gastronomía, los  hijos del fuego
Apasiona y asombra la historia que hoy abordamos.
¿Sabía usted que elementos tan indispensables para el progreso y la supervivencia de la humanidad, como el cemento, la metalurgia y la gastronomía son “trillizos?”.
Todo nació del fuego, ese elemento poderoso que, en la mitología griega,  solo Prometeo fue capaz de arrebatarle a los dioses.
Después vinieron los alfareros, herreros, orfebres, alquimistas, albañiles constructores, ingenieros y nuestros modernos “chefs”.



Miguel Casafranca, químico de Cementos Lima S. A., uno de los consorcios  más importantes y rentables del Perú, se ha convertido en pionero, en este país, de la Gastronomìa Molecular, una nueva disciplina, de la cual el maestro internacional Gastón Acurio, seguramente, ya debe tener información.
Si le interesa,  mañana Casafranca nos dará una interesante y cautivadora receta para preparar un sabroso y espirituoso pisco sauer molecular, mientras tanto, viajemos hacia al más remoto pasado.

Más allá del fogón y el microondas
Observan los investigadores que el homo sapiens, en los albores de la humanidad, descubrió que el fuego, ese temido y aterrador elemento de la naturaleza que contrastaba con el agua, el viento, la montaña, la nevada, la tierra, los frutos y los animales que cazaba, podía ayudarle a dominar todas las fuerzas que tenía que enfrentar y, así, vivir mejor.



Entonces se manifestaron los primeros rudimentos de la construcción, la metalurgia y la gastronomía.
No hubo una varita mágica. Fueron resultados de una larguísimo y elaborado proceso de hallazgos al azar, repeticiones, experimentos, errores y aciertos.
El insigne escritor e investigador rumano Mircea Eliade (1), rastreó los mitos atávicos del hombre, para barruntar cómo la sociedad primitiva esbozó las bases de la química y la física, como herreros y forjadores primigeniamente, y, después, ellos mismos, asombrados, le atribuyeron espiritualidad a sus casuales y causales descubrimientos, para convertirse en alquimistas.
La metafísica, o espiritualidad de la materia.
La caverna natural ya no bastaba. Así, después de la piedra y el lodo, se encontró el basamento de la construcción, a partir del cemento.
Primero fue la hoguera fortuita para calentarse a la intemperie.
Luego venía la lluvia sobre las rocas calizas, o recalentados fogones, colocados para cocer los frutos y las carnes. Al día siguiente, las cenizas apelmazadas habían adquirido propiedades duras, resistentes, impermeables. Había nacido el cemento, el hormigón.
En ese génesis del fuego –Saramago (2) lo sueña como el horno del alfarero- combinado con los otros elementos de nuestro planeta vivo, nacieron dos soportes para la civilización humana, vigentes hasta estos tiempos globales: el hogar y la comida, cemento y gastronomía.
Hoy, después de haber afrontado los avatares de una dura crisis financiera mundial, los peruanos protagonizamos un triple “boom”: el auge de la construcción, la minería y el roadshow mundial de nuestro estupendo, inimitable, gusto culinario.
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(1) Mircea Eliade, Herreros y alquimistas.
(2) José Saramago, La caverna.

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