domingo, 10 de mayo de 2015

Ave César


Escrito por Carla Vanessa, el 14 de mayo de 2014

No conocí tanto como hubiera querido al entrañable periodista César Terán y en estos momentos en que ha partido a la eternidad, envidio un poco a quienes sí lo tuvieron entre sus amistades tanto laborales como personales. Porque un redactor, investigador, poeta y bohemio como él ya andan escaseando por estos días en que impera la pluma fácil y que se vende al mejor postor. Atrás quedaron las célebres crónicas escritas desde los más recónditos rincones de la Tierra en que cazurros como Manuel Jesús Orbegozo, Ismael León o Jorge Salazar iluminaban las páginas de los diarios. También atrás quedó el afán por el saber, por acercarse a cultivar el arte del lenguaje, a través de la lectura voraz. También cultivó una de las artes más difíciles y complejas, pero bella como ninguna, como la poesía.

Fue jefe de informaciones del diario La República por muchos años y cuentan quienes lo conocieron que era uno de esos viejos, cultos y puntillosos jefes que se apasionaba con su trabajo y no era para nada mezquino a la hora de dar cátedra en periodismo.

Foto: Jorge Luis Verástegui
Solo una vez tuve la oportunidad de hablarle. Coincidimos en una boda y fue para agradecerle pues, por su intermedio y el de su hijo menor (un noble amigo mío) contacté a un célebre médico alternativo quien me curó de una fractura que estaba por mandarme derecho al quirófano. Fueron 45 días de tratamiento contra un peroné roto, luego del cual mi pierna quedó más fuerte que la de un canguro. Son esas cosas increíbles y fuera de toda razón cartesiana que personajes como don César, fogueados en la vasta experiencia que le da la profesión, conocen. No volví a ver más a ese señor de ojos grandotes y caídos, de aspecto bonachón y sereno, pero me halaga saber que lo que pensé de él cuando lo vi: "qué buena gente parece ser este señor", se reproduce como el milagro del pan en cientos de miles de comentarios, responsos, odas y memorias de quienes sí lo tuvieron entre sus amigos cercanos.

Descanse en paz don César y disfrute de los sabores de la eternidad al lado de su esposa e hijo quienes partieron antes a los brazos de la inmortalidad y a quienes de seguro tanto extrañaba. En la tierra queda el otro retoño y nosotros sus amigos quienes lo confortaremos.

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