sábado, 17 de mayo de 2014

La vida en abundancia

Por: Armando Campos Linares

“Voy a buscar la vida en abundancia”, me dijo hace seis meses y sus ojos se encendieron y llenaron de lágrimas de emoción, porque César Terán Vega, periodista, escritor y poeta era así, conmovedor y real. Me dijo que le habían detectado cáncer al hígado y que estaba consciente lo que eso significaba.

Aquel diálogo fue íntimo en medio de una plaza de toros repleta de gente, expectante de la vida y de la muerte. Nos abrazamos como cuántas veces lo hicimos frente a las alegrías y a las tristezas, solo que esa vez un intenso frío me caló el alma.

Tremendo golpe de la verdad, empero ya sabía, desde siempre, que la vida solo es un breve tránsito y que, la esperanza es cierta, que aparece como una luz desde el instante que se instala el dolor.

Agradeció al cielo estar presente en el padecimiento, porque así se purifica el alma, me dijo. Y es que César era profundo creyente, amado amigo de Jesús, seguidor de su palabra, la que la difundía rigurosamente entre sus amigos cada semana. Ha dejado una lámpara encendida, la que no se apagará, al haber creado la tradición de colocar en la red social donde abundan sus amigos, colegas y familiares, la Palabra.

César Terán en la plaza de Acho


Lo recuerdo en su ingreso a La República, entregado al trabajo y a la bohemia. En aventuras propias de un gran periodista y escritor, porque no solo la lectura da belleza, también la experiencia de saber observar, palpar y vivir.

Sus crónicas plenas de calidad han quedado grabadas como lecciones de auténtico periodismo. En las noches de cierre en La República era el obligado redactor-editor de los temas principales, era un todo terreno, el que todo lo puede.

PERIODISTA TODO TERRENO. Terán lograba maravillas con el teléfono (Agencia Andina, mayo de 1984)

Es que César había salido de las vivificantes canteras de La Prensa, había pasado por la Crónica y recalado en la República donde dejó su maestría a disposición de destacados periodistas. Fue por Caretas y finalmente como editorialista en el Peruano donde marcó su madurez política y solidez profesional como escritor centrado, veraz y contundente.

Entendido y entusiasta impulsor de las agremiaciones profesionales. La Federación Peruana de Periodistas (FPP) y el Colegio de Periodistas del Perú (CPP) le deben aquel empuje con ideas claras. Basta recorrer sus escritos en las redes y conocer su trasparente posición de presentar a los periodistas ante el país como legítimos orientadores, despojados de toda posición política u ambición personal. Somos servidores, por siempre servidores de la verdad, solía decir.

Y así era, personaje de la profesión, protagonista de la bohemia y de la poesía, escrita en la hora azul, aquellos instantes cotidianos en los que recordaba con el rocío de la mañana a su amada esposa Alcira, a su amado hijo Dante con los que hoy goza el eterno encuentro en la vida en abundancia. La fe es la certeza de lo que no se ve, César veía la verdad y por eso, siempre lloraba de emoción.

Alcira, Dante y César en el Parque de la Exposición, 27 de diciembre de 1970
Por eso, cuando me dijo que estaba tocado por el cáncer, me habló de Juan (10,1-10). “He venido para que tengan vida y la tengan abundante”, precisamente la última lectura insertada este último domingo en su cuenta personal en las redes sociales. César está en presencia de Dios, ahora sí, en la plenitud de la hora azul.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario