sábado, 12 de septiembre de 2009

Setiembres negros

Setiembre es primavera y es el mes en que nací. Los horóscopos lo pintan de azul y sueños y dicen que los nativos de Virgo somos muy románticos, poco prácticos, y sin embargo idealistas, intrépidos…

Pero en la brumosa y gris mañana del 5 de setiembre de 1972, al bajar muy temprano de mi piso de estudiante, en el distrito de La Victoria, Lima, se quebró en mi alma el encanto septembrino frente a un puesto de periódicos.

VÍCTOR JARA CON LOS NIÑOS. Pero apagaron su voz y destrozaron su canto.

Grandes titulares y fotografías de encapuchados y policías informaban del secuestro de once integrantes del equipo olímpico de Israel en Munich, Alemania, escenario principal de la XX edición de los Juegos Olímpicos.

El desenlace no pudo ser más cruel: murieron los 11 atletas israelíes, cinco de los ocho criminales y un policía alemán. La tecnología de las comunicaciones ya empezaba a dar el salto gigantesco experimentado por la humanidad en los últimos 50 años.

Aquella tragedia de lesa humanidad fue vista en todo el mundo a través de la televisión.

Pasaron los años a un ritmo tan frenético que acabó muy pronto con mi juventud y me puso en esta insospechada e inesperada estación del otoño de mi vida.

APOCALIPSIS HOY. El ser humano contra el ser humano

Lejos, muy lejos estaba en ese entonces de imaginar que aún me esperaban setiembres mucho más negros.

El 11 de setiembre de 1973, los grupos de poder más conservadores y antidemocráticos de Chile, coludidos con el imperialismo de Estados Unidos, lanzaron un criminal zarpaso con el sanguinario Augusto Pinochet a la cabeza y desangraron al pueblo chileno, frustrando a sangre y fuego el proyecto democrático y socialista que impulsaba Salvador Allende en medio de una tempestad de contradcciones de propios y extraños.

En la mañana del 11 de setiembre del 2001 ocurrió el ataque terrorista más cruento y despiadado de los últimos tiempos. Las portentosas Torres Gemelas del centro financiero de Nueva York fueron literalmente pulverizadas por dos aviones secuestrados.

¡En aquellos rascacielos trabajaban miles y miles de seres humanos como abejas laboriosas  en gigantescas colmenas!

Otro avión causó enormes daños en el Pentágono y un cuarto jet secuestrado cayó en un paraje descampado causando la muerte de todos sus ocupantes.

Esta noche oscura y desolada del 11 de setiembre del 2009 ya no quiero re-escribir un relato largo y triste, sólo pido permiso para exhalar este doliente canto:


Son dos onces
dos setiembres
inhumanos…
dos heridas incurables
ríos de sangre y dolor
Las manos de Víctor Jara
destrozadas con su pueblo
Los sueños de Nueva York
descuajados para siempre
¡Ay América!
!Ay Edén!

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