martes, 25 de junio de 1996

GUIDO...Nos estamos quedando solos

Inolvidable escribidor de Antipasto Gagá murió a los 71 años

En silencio, con solemnidad, como suelen retirarse los grandes actores del gran escenario de la vida, Guido Monteverde Morzán, el polémico y siempre célebre columnista de la farándula desde los años 50, partió ayer definitivamente, dejando en su público consternación, nostalgia y los rutilantes recuerdos de un hombre que vivió con fruición el final del siglo XX.

Guido Monteverde e hijas 1996
EN EL CALOR DEL HOGAR. Guido Monteverde con sus grandes amores: sus hijas, en 1996. Su vida familiar era apacible y distaba mucho del torbellino de pasiones que caracterizó su carrera periodística.

El inolvidable escribidor de la columna Antipasto Gagá (*) cerró los ojos para siempre, a los 71 años de edad, en la lluviosa madrugada de ayer en su domicilio y sus restos se están velando en la Iglesia de la Virgen del Pilar de San Isidro.

La enfermedad y los años se le vinieron encima de repente, pero él no soltó la pluma sino hasta exactamente un mes antes de la partida definitiva.

El 24 de mayo escribió en el el diario El Popular su última columna, Guido desde el otro canal, y al partir trazó sus postreras líneas con serenidad, sin dramatismos: "Me voy de vacaciones un mes. Los voy a extrañar mucho..."

Esos tres puntos suspensivos, en realidad querían decir una eternidad, un adiós, hasta nunca y hasta siempre, porque él sabía que el ángel de la muerte ya había tocado su clarín inexorable.

Nos lo había confesado pocas semanas antes en una amplia entrevista donde hizo gala de su siempre discutida esgrima verbal, ora dicharachera, ora reflexiva y punzante.

Aquella vez nos aseguró que él ya había caído en cuenta de que el final estaba próximo y que la muerte no le iba a tocar repentinamente por el hombro, desprevenido.

"La fama es una gracia de Dios. Yo fui famoso. Ayudé a mucha gente para que alcance el estrellato. Algunos me pagaron mal, otros me olvidaron, pero todos los demás están agradecidos" dijo en aquella última entrevista ofrecida al diario La República el pasado 12 de mayo.

Guido Monteverde pintando
POLIFACÉTICO. Entregado a la pintura, otra de sus facetas.

Querido y admirado por unos, denostado y hasta vilipendiado por otros, pero humano siempre, ni bendito ni maldito, Guido Monteverde marcó toda una época del periodismo peruano.

Encandilado por el mundo del espectáculo, no se limitó simplemente al oficio de escribir, sino que dejó la redacción y se confundió con los actores de la diaria comedia.

Descubrió y encumbró estrellas. Fabricó mitos, porque le encantaba ser mitómano y no lo comprendían, algunos lo confundieron con un vulgar fanfarrón.

Sonreía siempre de los ataques de sus detractores y proclamaba a los cuatro vientos que eso, inclusive, le agradaba, pues era un signo de que su popularidad estaba vigente.

Allá por los años 50, cuando aún no existían las computadoras y él escribía sus crónicas y chismes de "tundeteclas", solamente con el índice de la mano derecha, golpeando graciosamente el teclado de su máquina Ideal, se le dio por inventar palabras disparatadas que le cayeron muy bien a sus lectores y muy mal a los puristas del idioma.

Guido Monteverde, Oscar Retto y Antonio Velásquez
PRENSA BOHEMIA. Con Oscar Retto compañero infatigable de mil y una aventuras en la Lima bohemia desde los días aurorales de Última Hora. Atrás don Antonio Velásquez inveterado guitarrista de las peñas criollas.

Sus columnas Antipasto Gagá y Qué pasa en la Radio, en el desaparecido vespertino Última Hora, fueron el laboratorio de frases, verbos y adjetivos totalmente distorsionados que le dieron un sello personalísimo a su autor.

Era la época en la que los cronistas y columnistas de espectáculos de la prensa escrita, anteriores al boom de la televisión, catapultaban artistas, políticos, autoridades; pero también derrumbaban leyendas y las sepultaban con su silencio lapidario.

Cuando nace la magia de la TV, Guido no pierde el paso, no trastabilla. Se actualiza.

Así crea el primer programa ómnibus llamado Escalera del Triunfo que, por mucho tiempo, se convirtió en el semillero de actores, imitadores, humoristas, animadores, reinas de belleza, bailarinas.

Aparece entonces el periodista-promotor y alcanza el pináculo de la fama.

Cuando el desnudismo y los ritmos tropicales como el mambo eran cosa del demonio y la Iglesia los castigaba con la excomunión, a este duende de la farándula se le ocurrió organizar y presentar sus inolvidables revistas al estilo parisiense que repletaban los teatros de los barrios de Lima.

Guido se movía feliz, como pez en el agua, en ese mundo mágico y frívolo de las Bikini Girls, las Bim Bam Bum y la boîte El Pingüino que funcionaba en la esquina de los jirones Rufino Torrico (Antes Arica) y Ocoña.

De allí surgieron mujeres despampanantes, soñadas por generaciones de adolescentes como Anakaona, Betty Di Roma, Mara.

Betty di Roma
BIKINI GIRLS. Betty di Roma en el Parral, 1952.

La rutilante caravana de música sensual estaba completada por el inolvidable Alex El Mono Valle y Fetiche, bajo la dirección del desaparecido coreógrafo Rafael Ferreryra.

Guido fue amigo de grandes estrellas de cine. Conservaba con orgullo fotografías donde aparecía junto a Edward G. Robinson, Cantinflas, Charlton Heston; periodistas extranjeros como los ingleses Patrick Buckley y Brian Mooney; el argentino Raúl H. Ruitor, el uruguayo Enrique Jara.

Igualmente hizo migas con los famosos toreros Luis Miguel Dominguín y El Cordobés.

Vivía complacido por haber obtenido autógrafos de Marilyn Monroe, Charles Chaplin, Maurice Chevalier.

Guido Monteverde entregando "El Guido" a Lucha Reyes
DESCUBRIDOR DE ESTRELLAS. Llegó a crear su propio premio anual a los mejores aristas. Aquí entregando "El Guido" a nuestra inolvidable Lucha Reyes.

Entre sus valiosas pertenencias apreciaba mucho a uno de los primeros trabajos del escultor Víctor Delfín y un cuadro del célebre Picasso, valorizado en no menos de US$ 500,000 dólares del que jamás quiso desprenderse.

Su vida pública siempre estuvo en el ojo de la tormenta. Muchas veces atrajo rencores y hasta intentos de agresiones físicas que contrastaban con el aprecio y el cariño que le tenía mucha gente.

Pero había un Guido escondido y oculto en la intimidad de su familia y en el anonimato de obras de caridad y mucho amor a los desvalidos que nunca quiso que se dieran a conocer.

Guido monteverde en campaña por los niños pobres
SOLIDARIO. Con el lema "Hoy por ti, mañana por mí" Guido solía movilizar voluntades en grandes campañas en favor de los niños pobres. Aquí se lo ve en una de esas actividades benéficas.

En nuestra última entrevista, encontramos a un Monteverde nostálgico y dolido por el desmoronamiento definitivo de la Lima romántica que conoció en su juventud. Aquella Lima de los bares Zela y Palermo, las boîtes Embassy, Pigalle y Negro Negro.

Guido ahora se ha ido a unirse con los grandes periodistas de su época como Raúl Villarán Pasquel, Carlos Wiese Thorndike, Alfonso Tealdo Simi, Rodolfo Espinar Illich, Raúl Sagástegui Agüero.

Era pues uno de los últimos dinosaurios del periodismo romántico y bohemio del Perú.

Sus familiares, lectores, amigos y colegas le estaremos dando el último adios hoy a las 11.00 de la mañana en el cementerio Jardines de la Paz.


(*) Antipasto.Voz proveniente del italiano. Una de sus muchas acepciones se refiere a bebidas o comidas ligeras que sirven como aperitivos o "entradas", para consumir antes del plato principal.
Gagá. Este término también tiene variadas raíces y actuales connotaciones. Una de ellas se refiere al antiquísimo carnaval haitiano, cuyo nombre auténtico era "ra-rá", luego pasó a República Dominicana. Por deformación fonética el término devino en "gagá". En la Lima de los años 50 gagá era sinónimo de alta sociedad, lujo, elegancia suprema.



Artículo publicado en el diario La República el 25 de junio de 1996

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